A los 7 años, una edad en la que los deberes suelen ser la responsabilidad más importante en la vida de un niño, yo estaba luchando contra graves problemas de salud. Estaba enfermo, extremadamente deshidratado y me caía constantemente debido a los mareos y los vértigos. Finalmente, mi médico me hizo una prueba de azúcar en sangre y me diagnosticaron diabetes tipo 1. Tuve que crecer más rápido que la mayoría de los niños, ya que aprendí más sobre mi enfermedad y cómo controlarla. Afortunadamente, tuve el apoyo de mis padres, que estuvieron muy involucrados en mi atención. Mi madre me ayudó con