- Involucre a los niños en el proceso de cocción. Pasos sencillos como lavar los productos o poner la mesa pueden ayudar a aumentar la probabilidad de que su hijo pruebe la comida que ayudó a preparar, especialmente si es más quisquilloso con la comida.
- Ofrezca los mismos alimentos a toda la familia. Intente limitar la costumbre de “cocinar a la ligera”. Deje que su hijo coma tan poco o tanto como le sirva para saciar su apetito y alentarlo a escuchar las señales de hambre o saciedad.
- Coman juntos y minimicen las distracciones. Fomente una experiencia de alimentación positiva hablando con su hijo sobre su día o sobre lo que espera con ansias.
- Sea un modelo a seguir comiendo y disfrutando los mismos alimentos que quiere que coma su hijo.
- Compre alimentos de tamaño pequeño o haga formas con los alimentos para que comer resulte interesante.
- Deje que sus hijos sean los “recolectores de productos” y permítales elegir los productos que compra en el supermercado.
- Ofrezca opciones al preparar las comidas. En lugar de preguntar “¿Quieres brócoli para cenar?”, intente preguntar “¿Quieres brócoli o zanahorias para cenar?”.
- Intente servir un alimento nuevo junto con otro que le guste a su hijo. Tener demasiados alimentos nuevos a la vez puede resultar abrumador para algunos niños.
- Si su hijo ayuda con el proceso de cocción, dale a la receta un nombre divertido y personalizado, como “La increíble ensalada de frutas de Ashley” o “La avena con manzana de Jacob”.
- Fomente el consumo de alimentos saludables manteniendo el refrigerador lleno de refrigerios saludables como rodajas de manzana, palitos de zanahoria, mantequilla de maní y queso en tiras.
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