Tengo la experiencia única de provenir de una familia que se ha visto profundamente afectada por la diabetes. Mi padre y mi abuela paterna vivieron con diabetes, y mi madre también tiene diabetes. Durante la mayor parte de mi vida, gocé de buena salud y me cuidé bien. Sin embargo, después de cambios importantes en mi vida, mi salud pagó el precio. En 2015, mi vida dio un vuelco cuando me diagnosticaron retinopatía diabética. Mi A1C estaba fuera de control y también me diagnosticaron insuficiencia cardíaca congestiva, que requería cirugía.
Mi vida con retinopatía diabética fue un gran cambio. Mi abuela y mi padre sufrieron la enfermedad ocular diabética, pero nada puede prepararte realmente para tu propia experiencia. Comencé a ver a mi oftalmólogo mensualmente y me preparé para recibir inyecciones en los ojos, algo a lo que me llevó tiempo acostumbrarme como parte de mi nueva vida con diabetes.
Hoy, me encuentro en una situación mucho más saludable; me hago un examen de los ojos dilatados todos los años y veo a mi oftalmólogo cada ocho semanas. Tengo la suerte de tener una madre y una esposa que forman el núcleo de un sólido sistema de apoyo. También estoy agradecido por las oportunidades de compartir mi experiencia con otras personas y crear conciencia sobre las desigualdades en materia de salud en la comunidad de personas con diabetes tipo 2. Si algo he aprendido a través de estas experiencias, es que la conciencia lo es todo y que luego es momento de actuar.