Alfonzo tiene diabetes tipo 1 y ha luchado contra la enfermedad con unos ingresos muy bajos. Esta es su historia:
Tenía 16 años cuando me diagnosticaron diabetes. Había estado usando mucho el baño, bebiendo mucha agua y comiendo todo lo que podía encontrar. Me llevaron a un hospital de niños, donde me dieron una gran bolsa de [viales] de insulina para reducir mi A1C. Luego tuve que asistir a una semana de clases. Parecía que nadie quería ayudarme, pero nadie en mi comunidad entendía realmente la diabetes.
Solo tratando de sobrevivir
Ser pobre y tener diabetes no era una buena combinación. Comía en la calle, en los botes de basura, de casa en casa... simplemente tratando de sobrevivir. No tuve mucho durante mi infancia. Y a medida que fueron pasando los años, traté de entender la diabetes, pero no había mucha ayuda a mi alrededor.
La diabetes empezó a afectarme de verdad cuando me hice mayor. Intentaba comer bien para mantenerla bajo control, pero no sabía cocinar porque nadie me había enseñado, así que siempre comía en establecimientos de comida rápida. Entonces llegó la gran noticia: tenía una infección en el dedo meñique del pie izquierdo, así que fui al médico y me hicieron radiografías. Tenía una mancha en el hueso y cuando los médicos la vieron no me dejaron ir a ningún lado. Resultó que la infección era SAMR. Mi cuerpo estaba débil y necesitaba una operación urgente porque me estaba muriendo.
Los cirujanos no pudieron salvarme el dedo del pie, así de mal estaba. Me dijeron que tenían que amputarme el dedo, así que no tuve otra opción. Cuando perdí el dedo, me costó mucho: una herida de 23 cm en el pie. Después de la operación, tuve que ir a otro hospital. Mi cuerpo estaba débil, no podía sostener nada. Tenía 27 años y me sentía como un bebé otra vez. Fue un momento difícil en mi vida, pero aguanté lo mejor que pude.
El hospital tenía una fecha de salida fijada para mí, así que la enfermera dijo que buscaría un lugar donde pudiera ir. Le dije que podía irme a casa y ella me dijo: “No tienes un hogar al que ir”. Me quedé en shock. Encontraron un lugar para mí: una residencia de ancianos. Este lugar era muy viejo y estaba muy solo. La gente no recibía visitas y gritaban toda la noche. Era bastante triste allí.
Sigue luchando después de 18 cirugías
En los últimos siete años, me han hecho 18 operaciones y he perdido huesos en ambos pies. Gracias a Dios todavía puedo caminar. ¡Sigo luchando contra la diabetes! Sigue luchando contra la diabetes y nunca te rindas. Pase lo que pase, sigue adelante. Estoy haciendo lo mejor que puedo y espero que mi historia te ayude a mantenerte fuerte. Dios te bendiga.